Perspectivas económicas de China
Inversores en la Bolsa de Shanghai en junio. Una mediana del 58% de los países de Asia-Pacífico encuestados dice que las inversiones chinas dan a China demasiada influencia en su país. (Wang Gang/Visual China Group vía Getty Images)
China se ha convertido en una superpotencia económica mundial en las últimas décadas. No sólo es la segunda economía del mundo y el mayor exportador por valor, sino que también ha estado invirtiendo en infraestructura y desarrollo en el extranjero a un ritmo rápido como parte de su Iniciativa del Cinturón y la Ruta. Una nueva encuesta del Pew Research Center revela que, especialmente en los mercados emergentes, la opinión pública tiene una visión muy positiva de la situación económica de China. En general, la gente ve el crecimiento de la economía china como algo bueno para su país y cree que China está teniendo una influencia predominantemente positiva en los asuntos económicos de su país.
Pero, aunque el ascenso de China se percibe mayoritariamente como algo positivo en las economías emergentes, hay focos de descontento. En primer lugar, incluso en los países que ven con buenos ojos el crecimiento económico de China, son pocos los que ven con buenos ojos su creciente poderío militar. Más bien, la mayoría tiende a ver el crecimiento militar de China como algo malo para sus propios países. En segundo lugar, los vecinos de China suelen adoptar una postura mucho más negativa hacia el crecimiento militar y económico de China que otros países encuestados. Por ejemplo, en la región de Asia-Pacífico, son más los que tienden a ver las inversiones de China como un pasivo potencial, que da a Pekín demasiada influencia sobre sus economías. Estos mismos países son también más propensos que otros a ver positivamente la influencia económica de Estados Unidos en su país. Y, cuando se trata de países desarrollados, las opiniones sobre China son mucho más variadas o negativas. En general, los países con un historial de derechos humanos más sólido y niveles de corrupción más bajos tienden a ser mucho menos partidarios de China.
El ascenso de China como potencia económica
Tras la muerte de Mao Zedong en 1976, los reformistas chinos estuvieron de acuerdo en que era necesario que China avanzara hacia la mercantilización, pero se debatieron sobre cómo hacerlo. En un extracto de su libro How China Escaped Shock Therapy: The Market Reform Debate, Isabella M. Weber explica cómo China logró un rápido crecimiento sin adoptar plenamente las reformas del estilo de la terapia de choque que tipificaron la liberalización del mercado en los países de Europa Oriental y Central.
La China contemporánea está profundamente integrada en el capitalismo mundial. Sin embargo, el deslumbrante crecimiento de China no ha conducido a una convergencia institucional plena con el neoliberalismo. Esto desafía el triunfalismo de la posguerra fría que predijo la “victoria descarada del liberalismo económico y político” en todo el mundo. La era de la revolución terminó en 1989. Pero esto no dio lugar a la anticipada universalización del modelo económico “occidental”. Resulta que la mercantilización gradual facilitó el ascenso económico de China sin que se produjera una asimilación total. La tensión entre el ascenso de China y esta asimilación parcial define nuestro momento actual, y tiene su origen en el enfoque de China sobre las reformas de mercado. Mi libro Cómo escapó China de la terapia de choque desvela los fundamentos intelectuales de la mercantilización de China y nos ayuda así a entender la trayectoria de reformas tan particular de China que ha dado lugar a un nuevo tipo de sistema económico.
Crecimiento económico de China
A medida que la economía china ha ido madurando, el crecimiento de su PIB real se ha ralentizado de forma significativa, pasando del 14,2% en 2007 al 6,6% en 2018, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que ese crecimiento caiga hasta el 5,5% en 2024. El Gobierno chino ha aceptado la ralentización del crecimiento económico, calificándola de “nueva normalidad” y reconociendo la necesidad de que China adopte un nuevo modelo de crecimiento que dependa menos de la inversión fija y la exportación, y más del consumo privado, los servicios y la innovación para impulsar el crecimiento económico. Estas reformas son necesarias para que China no caiga en la “trampa de la renta media”, que se produce cuando los países alcanzan un determinado nivel económico pero empiezan a experimentar una fuerte disminución de las tasas de crecimiento económico porque son incapaces de adoptar nuevas fuentes de crecimiento económico, como la innovación.
El gobierno chino ha hecho de la innovación una de las principales prioridades de su planificación económica a través de una serie de iniciativas de gran repercusión, como “Made in China 2025”, un plan anunciado en 2015 para actualizar y modernizar la fabricación china en 10 sectores clave mediante una amplia ayuda gubernamental con el fin de convertir a China en un importante actor mundial en estos sectores. Sin embargo, estas medidas han suscitado cada vez más la preocupación de que China pretenda utilizar las políticas industriales para disminuir la dependencia del país de la tecnología extranjera (incluso bloqueando a las empresas extranjeras en China) y acabar dominando los mercados mundiales.
Crecimiento del PIB China 2022
En otras palabras, la nueva maquinaria, la mejor tecnología y la mayor inversión en infraestructuras han contribuido a aumentar la producción. Sin embargo, aunque el stock de capital creció casi un 7% al año entre 1979 y 1994, la relación capital-producto apenas ha variado. En otras palabras, a pesar de un enorme gasto de capital, la producción de bienes y servicios por unidad de capital se mantuvo más o menos igual. Esta pronunciada falta de profundización del capital sugiere un papel limitado del capital.
La mano de obra -un recurso abundante en China- también vio disminuir su peso relativo en la economía. Así, mientras que la formación de capital por sí sola representaba más del 65% del crecimiento anterior a 1978, y el trabajo añadía otro 17%, juntos sólo representaban el 58% del auge posterior a 1978, una caída de casi 25 puntos porcentuales.
La parte del crecimiento de la producción superó el 50%, mientras que la parte aportada por la formación de capital cayó por debajo del 33%. Un crecimiento tan explosivo de la productividad es notable -la tasa de crecimiento de la productividad en EE.UU. fue de una media del 0,4% durante 1960-89- y envidiable, ya que el crecimiento impulsado por la productividad tiene más probabilidades de ser sostenido. El análisis de los períodos anterior y posterior a 1978 indica que las reformas orientadas al mercado emprendidas por China fueron fundamentales para crear este auge de la productividad.